jueves, 14 de marzo de 2013

GRANDES ENIGMAS DE LA HISTORIA, ENIGMAS DE LAS EXPLORACIONES

Exploración geográfica es la actividad de viajar con el propósito de descubrir, sean pueblos o espacios desconocidos, vías de comunicación, rutas de comercio, bases estratégicas, esclavos o recursos naturales (tierras fértiles, minerales metálicos o energéticos, de uso industrial o suntuario, etc.), por motivos económicos, militares, ideológicos o por el mero conocimiento.

La exploración geográfica ha existido desde los orígenes de la humanidad, incluso en grupos humanos prehistóricos: la salida de las distintas especies de homínidos de África y la llegada a los distintos continentes del Viejo Mundo, mientras que a Australia y a América únicamente llegó la especie humana actual. La población de las islas del Pacífico significó una continuada serie de migraciones marítimas en condiciones todavía no aclaradas por la investigación antropológica.

Las exploraciones geográficas en la Edad Antigua y en la Edad Media estuvieron dificultadas por límites tecnológicos, socioeconómicos, políticos e ideológicos. Muchas quedaron como empresas secretas u olvidadas (posible llegada de los vikingos desde Islandia y Groenlandia hasta las costas continentales de América -Vinland- o de los balleneros vascos a Terranova); aunque ciertamente hubo algunas que incluso llegaron a registrarse documentalmente (viajes de Marco Polo hacia oriente o de Zheng He hacia occidente).

La cumbre de la exploración geográfica se alcanzó durante la Era de los descubrimientos (siglos XV-XVI), cuando los navegantes de los primeros estados-nación de Europa Occidental (Portugal, España, Inglaterra, Francia -conformados como monarquías autoritarias del Antiguo Régimen-), tras adquirir los rudimentos tecnológicos que lo permitieron (brújula, observación astronómica, nuevos diseños navales -la nao, la carabela, el galeón- armas de fuego), se lanzaron a viajes transoceánicos que les llevaron a la circunnavegación de África (Bartolomé Díaz), el descubrimiento de América (Cristóbal Colón), la primera vuelta al mundo (Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano), la colonización europea de América, etc.

Fue muy estrecha la relación de estos descubrimientos y exploraciones geográficas con los movimientos culturales e intelectuales contemporáneos (renacimiento, humanismo, revolución científica) y con las transformaciones socioeconómicas que se estaban desarrollando simultáneamente (transición del feudalismo al capitalismo).

En la época del imperialismo (siglo XIX), la formación de sociedades geográficas como soporte intelectual de la tarea colonizadora fue muy importante, especialmente para los casos británico, francés, belga o estadounidense; ya con las nuevas condiciones socioeconómicas impuestas por la revolución industrial.

Los desafíos de la exploración geográfica en el siglo XX fueron las expediciones polares (Robert Peary, 1909; Robert Falcon Scott y Roald Amundsen, 1912), el ascenso a las más altas montañas (al Everest por Edmund Hillary, 1953) y la exploración submarina (Jacques Cousteau -pionero del submarinismo-, Jacques Piccard -descenso a la fosa de las Marianas, 1960-).



lunes, 11 de marzo de 2013

CANAL HISTORIA, EL CID CAMPEADOR

Rodrigo Díaz (¿Vivar del Cid, provincia de Burgos?, c. 10483 – Valencia, 1099) fue un caballero castellano que llegó a dominar al frente de su propia mesnada el Levante de la península ibérica a finales del siglo XI de forma autónoma respecto de la autoridad de rey alguno. Consiguió conquistar Valencia y estableció en esta ciudad un señorío independiente desde el 17 de junio de 10944 hasta su muerte; su esposa Jimena Díaz lo heredó y mantuvo hasta 1102.

Se trata de una figura histórica y legendaria de la Reconquista, cuya vida inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, el Cantar de mio Cid. Ha pasado a la posteridad como el Campeador o el Cid (del árabe dialectal سيد sīdi, 'señor'). Por el cognomento de «Campeador» fue conocido en vida, pues se atestigua desde 1098 en un documento firmado por el propio Rodrigo Díaz, y las fuentes árabes del siglo XI y principios del XII lo llaman الكنبيطور <alkanbīṭūr> o القنبيطور <alqanbīṭūr>, o quizá (teniendo en cuenta la forma romance) Rudriq o Ludriq al-Kanbiyatur o al-Qanbiyatur ('Rodrigo el Campeador'); el sobrenombre de «Cid», aunque se conjetura que ya pudieron usarlo como tratamiento honorífico y de respeto sus coetáneos zaragozanos o —más probablemente— valencianos (y se aplicó también a otras personas), aparece por vez primera en el Poema de Almería, compuesto entre 1147 y 1149. En cuanto a la combinación «Cid Campeador», se documenta hacia 1200 en el navarro-aragonés Linaje de Rodrigo Díaz que forma parte del Liber regum (bajo la fórmula «mio Cit el Campiador»), y en el Cantar de mio Cid.


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EL REINO PERDIDO DE TARTESSOS

Tartessos o Tartéside (griego: Τάρτησσος, latín: Tartessus) fue el nombre por el que los griegos conocían a la que creyeron primera civilización de Occidente. Posible heredera del Bronce final atlántico, supuestamente se desarrolló en el triángulo formado por las actuales provincias de Sevilla mayoritariamente, y parte de las de Huelva y Cádiz, en la costa suroeste de la península Ibérica, influyendo sobre las tierras del interior y el Algarve portugués. Se presume que tuvo por eje el río Tartessos, que los romanos llamaron luego Betis (antes Oleum flumen = río de aceite) y los árabes Guadalquivir (que significa río grande). Sin embargo, nada es seguro y hay autores que tratan de situar el río Tartessos en las bocas del Odiel y el Tinto (ría de Huelva), en el Mar Menor, en las bocas del Guadiana, en el Delta del Ebro o en el mismo Tajo. Los tartesios desarrollaron una lengua y escritura distinta a la de los pueblos vecinos y, en su fase final, tuvieron influencias culturales de egipcios y fenicios.

La primera fuente histórica que alude a Tartessos es la Historia de Heródoto, del siglo V a. C., que habla del rey Argantonio (significa Hombre de plata y se dice que gobernó cien años) y su incontable riqueza, sabiduría y generosidad. Una más tardía data del siglo IV, del escritor romano Rufo Festo Avieno, que escribió una obra titulada Ora maritima, poema en el que se describen las costas mediterráneas. Según el poeta, utilizó fuentes antiquísimas de autor desconocido. Una de estas fuentes data del siglo IV a. C., de la que Avieno escribió que era un "periplo", es decir, un viaje de navegación costera, realizado por un marino griego y cartaginés, en el que partiendo de las costas de Britannia o de Cornualles (Inglaterra) llegó hasta Massalia (Marsella). Como resultado de aquel viaje se narran los lugares visitados por el desconocido marino, que proporciona las noticias más antiguas sobre la Península Ibérica.


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