Exploración geográfica es la actividad de viajar con el propósito de descubrir, sean pueblos o espacios desconocidos, vías de comunicación, rutas de comercio, bases estratégicas, esclavos o recursos naturales (tierras fértiles, minerales metálicos o energéticos, de uso industrial o suntuario, etc.), por motivos económicos, militares, ideológicos o por el mero conocimiento.
La exploración geográfica ha existido desde los orígenes de la humanidad, incluso en grupos humanos prehistóricos: la salida de las distintas especies de homínidos de África y la llegada a los distintos continentes del Viejo Mundo, mientras que a Australia y a América únicamente llegó la especie humana actual. La población de las islas del Pacífico significó una continuada serie de migraciones marítimas en condiciones todavía no aclaradas por la investigación antropológica.
Las exploraciones geográficas en la Edad Antigua y en la Edad Media estuvieron dificultadas por límites tecnológicos, socioeconómicos, políticos e ideológicos. Muchas quedaron como empresas secretas u olvidadas (posible llegada de los vikingos desde Islandia y Groenlandia hasta las costas continentales de América -Vinland- o de los balleneros vascos a Terranova); aunque ciertamente hubo algunas que incluso llegaron a registrarse documentalmente (viajes de Marco Polo hacia oriente o de Zheng He hacia occidente).
La cumbre de la exploración geográfica se alcanzó durante la Era de los descubrimientos (siglos XV-XVI), cuando los navegantes de los primeros estados-nación de Europa Occidental (Portugal, España, Inglaterra, Francia -conformados como monarquías autoritarias del Antiguo Régimen-), tras adquirir los rudimentos tecnológicos que lo permitieron (brújula, observación astronómica, nuevos diseños navales -la nao, la carabela, el galeón- armas de fuego), se lanzaron a viajes transoceánicos que les llevaron a la circunnavegación de África (Bartolomé Díaz), el descubrimiento de América (Cristóbal Colón), la primera vuelta al mundo (Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano), la colonización europea de América, etc.
Fue muy estrecha la relación de estos descubrimientos y exploraciones geográficas con los movimientos culturales e intelectuales contemporáneos (renacimiento, humanismo, revolución científica) y con las transformaciones socioeconómicas que se estaban desarrollando simultáneamente (transición del feudalismo al capitalismo).
En la época del imperialismo (siglo XIX), la formación de sociedades geográficas como soporte intelectual de la tarea colonizadora fue muy importante, especialmente para los casos británico, francés, belga o estadounidense; ya con las nuevas condiciones socioeconómicas impuestas por la revolución industrial.
Los desafíos de la exploración geográfica en el siglo XX fueron las expediciones polares (Robert Peary, 1909; Robert Falcon Scott y Roald Amundsen, 1912), el ascenso a las más altas montañas (al Everest por Edmund Hillary, 1953) y la exploración submarina (Jacques Cousteau -pionero del submarinismo-, Jacques Piccard -descenso a la fosa de las Marianas, 1960-).
La exploración geográfica ha existido desde los orígenes de la humanidad, incluso en grupos humanos prehistóricos: la salida de las distintas especies de homínidos de África y la llegada a los distintos continentes del Viejo Mundo, mientras que a Australia y a América únicamente llegó la especie humana actual. La población de las islas del Pacífico significó una continuada serie de migraciones marítimas en condiciones todavía no aclaradas por la investigación antropológica.
Las exploraciones geográficas en la Edad Antigua y en la Edad Media estuvieron dificultadas por límites tecnológicos, socioeconómicos, políticos e ideológicos. Muchas quedaron como empresas secretas u olvidadas (posible llegada de los vikingos desde Islandia y Groenlandia hasta las costas continentales de América -Vinland- o de los balleneros vascos a Terranova); aunque ciertamente hubo algunas que incluso llegaron a registrarse documentalmente (viajes de Marco Polo hacia oriente o de Zheng He hacia occidente).
La cumbre de la exploración geográfica se alcanzó durante la Era de los descubrimientos (siglos XV-XVI), cuando los navegantes de los primeros estados-nación de Europa Occidental (Portugal, España, Inglaterra, Francia -conformados como monarquías autoritarias del Antiguo Régimen-), tras adquirir los rudimentos tecnológicos que lo permitieron (brújula, observación astronómica, nuevos diseños navales -la nao, la carabela, el galeón- armas de fuego), se lanzaron a viajes transoceánicos que les llevaron a la circunnavegación de África (Bartolomé Díaz), el descubrimiento de América (Cristóbal Colón), la primera vuelta al mundo (Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano), la colonización europea de América, etc.
Fue muy estrecha la relación de estos descubrimientos y exploraciones geográficas con los movimientos culturales e intelectuales contemporáneos (renacimiento, humanismo, revolución científica) y con las transformaciones socioeconómicas que se estaban desarrollando simultáneamente (transición del feudalismo al capitalismo).
En la época del imperialismo (siglo XIX), la formación de sociedades geográficas como soporte intelectual de la tarea colonizadora fue muy importante, especialmente para los casos británico, francés, belga o estadounidense; ya con las nuevas condiciones socioeconómicas impuestas por la revolución industrial.
Los desafíos de la exploración geográfica en el siglo XX fueron las expediciones polares (Robert Peary, 1909; Robert Falcon Scott y Roald Amundsen, 1912), el ascenso a las más altas montañas (al Everest por Edmund Hillary, 1953) y la exploración submarina (Jacques Cousteau -pionero del submarinismo-, Jacques Piccard -descenso a la fosa de las Marianas, 1960-).